"..Hay cosas buenas a tu alrededor, pero a veces debes esforzarte por observar mas detenidamente para verlas" .

Con este dialogo introspectivo inicia el nuevo disco de Badly Drawn Boy, un álbum cargado con una refinada belleza pop, que trasciende a la máxima de Vinicius de Morais, "El amor es eterno mientras dura".

Dejando de lado la belleza de "Born in the U.K.", recupero la frase para aplicarla a una situación en la que a mi parecer, todo mundo ha estado inmerso.

La incapacidad de sorprendernos ha abordado a todos mas de una vez, particularmente a la gente que nacimos a finales de los 70's y que hemos padecido una perdida paulatina de la capacidad de asombro. No es casual que a la generación que jugó a las canicas y conoció toda la variedad de consolas hasta llegar al Xbox 360 nos tachen de frivolos.

En ocasiones nos parece que muchas cosas retoman conceptos que ya vimos antes. Solo alguien nacido a finales de los ochentas, (o lo suficientemente mafufo) podría considerar el look de los Strokes como algo chic y super trendy.

Hace poco platicaba con mis amigos sobre las formas de las monedas de nuestra infancia y las cosas que ese dinero del pasado podía comprar:

Refrescos de colores que bebias en envase de vidrio, chicles de 30 centimetros de espíritu apache (flecha), desayunos escolares con palanquetas de solidéz suficiente para descalabrar al compañerito de al lado y demás cosas pertenecientes al mundo de lo que ya no existe.

Alguna vez Andy Warhol, Non Plus Ultra del egocentrismo afirmó que "las cosas se ven mejor cuando las encierras en un círculo (...)" paradojicamente, la respuesta a nuestra carencia de asombro ante lo cotidiano tal vez haya sido aportada por uno de los hombres mas afectos a los excesos.

La clave está en observar y encontrar,
observar y encontrar.