21k Carrera del Día del Padre
Periferico Sur y Bosque de Tlalpan
17-08-2007
1:59:06"

Periferico Sur y Bosque de Tlalpan
17-08-2007
1:59:06"

La subida acrecentó la agonía del contingente al cruzar el kilómetro 14... fue entonces que la llegada del hermano menor del "everest" de los atletas de fondo se presentó de forma física, golpeando las piernas, rodillas y brazos de los corredores.
3 Kilómetros de inclinación consumieron los ultimos reductos de Glucógeno en mi sístema. El aire en mis pulmones se extinguía con la misma rapidéz que mi orgullo de nunca haber caminado en una carrera.
Dejé de preocuparme por alcanzar un tiempo proyectado para apegarme a la consigna Churchilliana: "¡Never, never, never give up!".
El pensamiento taladraba mi cabeza mientras enfrentaba el kilómetro 16.5 del medio maratón, uno de los tramos más empinados de la ruta. Jalé aire de forma sincronizada a las sancadas mínimas de mi pie derecho agobiado por las ampollas.
Las bocanadas de aire se hicieron mas audibles en los últimos doscientos metros de subida antes del 18K, con esa inclinación daba lo mismo andar que correr.
Después de eso, 3 kilómetros en plena bajada hasta la meta en el Bosque de Tlalpan, con las fuerzas y la moral a tope para concretar la hazaña.
Corrí los ultimos 500 metros como una máquina de vapor a punto de colapsar. Un corredor veterano me emparejó y me dijo "vamos con todo por los ultimos 100..." y algo más que no logré escuchar cuando me dejó atrás.
Crucé la meta con la única certeza de que mi tiempo se había ido al carajo. Pese a ello, encontré una de esas raras victorias escondidas en la derrota: 40 segundos de mejora a mi anterior tiempo en la media maratón, un récord impensable después de haberme detenido 3 veces en el recorrido.

3 Kilómetros de inclinación consumieron los ultimos reductos de Glucógeno en mi sístema. El aire en mis pulmones se extinguía con la misma rapidéz que mi orgullo de nunca haber caminado en una carrera.
Dejé de preocuparme por alcanzar un tiempo proyectado para apegarme a la consigna Churchilliana: "¡Never, never, never give up!".
El pensamiento taladraba mi cabeza mientras enfrentaba el kilómetro 16.5 del medio maratón, uno de los tramos más empinados de la ruta. Jalé aire de forma sincronizada a las sancadas mínimas de mi pie derecho agobiado por las ampollas.
"Soy un tren, soy una máquina subiendo una cuesta... "
Las bocanadas de aire se hicieron mas audibles en los últimos doscientos metros de subida antes del 18K, con esa inclinación daba lo mismo andar que correr.
Después de eso, 3 kilómetros en plena bajada hasta la meta en el Bosque de Tlalpan, con las fuerzas y la moral a tope para concretar la hazaña.
Corrí los ultimos 500 metros como una máquina de vapor a punto de colapsar. Un corredor veterano me emparejó y me dijo "vamos con todo por los ultimos 100..." y algo más que no logré escuchar cuando me dejó atrás.
Crucé la meta con la única certeza de que mi tiempo se había ido al carajo. Pese a ello, encontré una de esas raras victorias escondidas en la derrota: 40 segundos de mejora a mi anterior tiempo en la media maratón, un récord impensable después de haberme detenido 3 veces en el recorrido.
No hubo voz que callara la satisfacción que gritaban nuestros rostros sudorosos y cansados.
Ganarle a otro corredor nunca nos hizo ser más hombres, pero aprendimos a ser más grandes venciéndonos a nosotros mismos con tal de llegar a la meta....
Felíz día Viejo, esta carrera fue para ti..
Ganarle a otro corredor nunca nos hizo ser más hombres, pero aprendimos a ser más grandes venciéndonos a nosotros mismos con tal de llegar a la meta....
Felíz día Viejo, esta carrera fue para ti..
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