"No amo mi patria,
Su fulgor abstracto es inasible (...)
Pero (aunque suene mal)
daría la vida por diez lugares suyos,
cierta gente (...) varias figuras de su historia,
montañas y tres o cuatro ríos."
José Emilio Pacheco
Su fulgor abstracto es inasible (...)
Pero (aunque suene mal)
daría la vida por diez lugares suyos,
cierta gente (...) varias figuras de su historia,
montañas y tres o cuatro ríos."
José Emilio Pacheco
Es difícil imaginar que dentro de las entrañas de la ciudad aún sobrevivan lugares arbolados en los cuales refugiarse del tedio, de la gente, del ruido y el asfalto.
Aunque el lugar común obliga a invocar la nostalgía en algún recobeco de bosque, algunos preferimos acudir a las ruinas de lo que alguna vez fue un valle de árboles gigantes para liberar la tensión moviendo las piernas.
Cada que puedo me interno en mi pequeño oasis de vegetación, una vez ahí mi única compañia son solo algunas ardillas, ciertas aves y otros seres similares a mi, personajes que igual que yo juegan a que son libres, a que no hay rutinas, a que no existe mas horario que el que marca el cronómetro y a que el gimnasio está donde queremos que esté.
Corremos porque a cada zancada dejamos atrás las dudas y los problemas, corremos porque en cada gota de sudor y en cada segundo encima de nuestra meta no solo vencemos al relój, sino que nos vencemos a nosotros mismos.
Dentro de la pequeña isla verde el clima es más templado, se respira mejor y es posible darse cuenta que aunque mínimos, aun existen espacios bellos por los cuales seguir amando a una ciudad caótica.
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yo quiero ir ahi.... donde es?