Difícilmente alguien piensa que tomar erronamente una pequeña decisión cotidiana, intrascendente y burda pueda rasgar el fino hilo de una telaraña que desate eventos dolorosos y alarmantes.
En lo que va de este año, me han pasado un par de cosas espantosas derivadas de malas desiciones que he tomado. Vamos, no es que pueda reprocharle a la vida lo mal que me ha tratado, solo que no se me hace justo que errores tan mínimos causen tanto daño a la gente que quiero.
Estamos a 4 o 5 calles de mi casa, venimos del trabajo, pasamos a comprar pan y nos dirijimos a cenar. ¿Me bajo o no a la tienda a comprar leche? Laura dice que no, pero yo se que a ella le gusta mucho, asi que le pido que se detenga y me bajo del coche. Error. Laura detiene su coche, en cosa de dos minutos cruzo la calle, compro un litro y cuando regreso, se activa el estúpido mecanismo de coincidencias trágicas: y cuando abro la puerta del coche, un hijo de puta me detiene y me golpea en la cabeza con su pistola.
Me abre la cabeza, veo mi mano llena de sangre, e institivamente me rehuso a obedecer, luego me muestra el arma y miro como Laura, aterrada, es forzada por otro tipo con pistola a bajar del coche, de su coche, que tanto cuida y que le es tan necesario por su trabajo. Entonces no me resisto y la abrazo, juntos vemos como su Platina se aleja con los dos malnacidos dentro.
Lo que pasó a continuación es lo que nunca se cuenta en este tipo de historias, pero que definitivamente es lo mas desagradable. Buscar una patrulla, -que nunca aparece cuando la necesitas- tratar con la gente del seguro y, lo peor, buscar un ministerio público de madrugada para realizar trámites burocráticos que se llevan más de dos horas.
Escribo esto en la oficina, la mañana siguiente a lo que nos pasó. No he platicado aún con los del trabajo porque no quiero contaminar este sitio, todavía no. Necesito dejar de pensar en el asunto un rato, aunque sea inevitable hablar de esto por acá, entre las cosas que se robaron, perdí las llaves de la oficina.
Por lo menos estoy aqui la mañana siguiente, hasta ahora todo es únicamente asunto de dinero. Se dice fácil, pero la verdad me siento terrible. Tantos años sin novia (como tres) y cuando por fin me consigo una niña que de verdad me quiere, le jodo la vida, probablemente le causo un trauma a una mujer acostumbrada a andar sola y todo por mis estúpidos errores.
Hace unos minutos recibí una llamada de mi madre, me dijo tantas cosas que me gustaría que Laura escuchara. Cosas como que la vida sigue adelante, como que ella, a pesar del accidente que sufrió en el que le implantaron 6 clavos en la rodilla, ha salido adelante, que hay que estar cerca, ser fuerte, apoyarse uno al otro y echarle caracter. Cosas que no se me ocurren a mi, porque estoy tan apenado que soy incapáz de razonar y no hago mas que decirle que la quiero y pedirle perdón, porque siento que una aura de mala suerte flota a mi alrededor y la ha alcanzado por estar conmigo.
No me voy a doblar, voy a ser duro, consultaré a cierta gente y voy a estar junto a Laura en todo momento. No voy a embarrar a mi familia con mis pendejadas, aunque ahora mismo los extrañe mucho. En momentos como este se mide el temple de las personas, quiero ser fuerte y decidir que dos hijos de la gran puta, totalmente prescindibles y que tarde que temprano terminarán o en la carcel o bien muertos (que duro es desear sinceramente que alguien se muera) no van a cambiar nuestros planes y nuestras vidas.
Todavía no quiero contar esta historia a mis amigos. No quiero escuchar lugares comunes o cosas peores. Pero me urgía sacarlo, por eso lo escribo aqui.
Aún respiro, estoy bien.
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además, si lo vemos por el lado positivo, ella se dará cuenta aún más del gran apoyo que puedes ser, de cómo funcionas bajo presión (que créeme que para las niñas eso nos es bien importante) y de cómo vales tantísimo la pena :)
Te quieeeerooooUUUUooooOOOOOO