He aqui lo que nadie nos pudo decir en Palenque: Para llegar a las cascadas de Agua Azul y/o Misol-Ha, basta con tomar el colectivo que lleva a Ocosingo -que sale a una calle y media de la estación de ADO cada hora-y pedir al conductor que los deje en la entrada del parque. El boleto cuesta $35 y hace hora y media de recorrido. ¿Era tan difícil decirnos eso?
Durante el año pasado una de las cosas que le dieron sentido a tener un empleo más allá de pagar deudas fue la oportunidad de hacer viajes. Viajar, ahora que puedo hacerlo acompañado, fue una de las cosas que más disfruté, pues varios de los destinos que visitamos fueron lugares en los que nunca habíamos estado antes, como las ruinas mayas de Uxmal y Dzibilchaltún en Yucatán, con su impresionante cenote de agua cristalina y la imponente zona arqueologica de Palenque, solamente comparada con otras del periodo clásico-tardío Maya como Chichén Itzá o Uxmal.
Inicié el viaje en Minatitlán para encontrarme en un punto intermedio con Lau, quien venía procedente de Oaxaca. Aún cuando consulté los foros de LonelyPlanet.com no encontré gran cosa que hacer en ese pueblo a las margenes del río Coatzacoalcos más allá de echar un vistazo a la refinería de Pemex. Así que disponiendo de 8 horas libres, tomé un autobús rumbo al puerto de Coatzacoalcos, en donde visité el malecón y un pequeño, pero sustancioso museo regional de arte olmeca ubicado dentro de una reproducción de una pirámide totonaca.
Decidimos pasar la noche en Minatitlán y salir al otro día rumbo a Villahermosa, y una vez ahí, decidir si llegaríamos hasta Mérida para año nuevo o tomariamos esa ciudad como base para visitar Palenque, las Cascadas de Agua Azul y las ciudades principales de Chiapas.
Teníamos varios planes en Villahermosa, pero por desgracia el tráfico y el stress de la ciudad -tan parecido al del DF- aunado a lo limitado del parque-museo de La Venta nos decepcionó un poco. Tal vez debido a la excelente colección de piezas de cerámica que ví en Coatzacoalcos, mis expectativas acerca de lo que vería en La Venta eran demásiado altas, el caso es que fuera del centro histórico no encontramos gran cosa que hacer en la capital de Tabasco, por lo que, después de pasar la noche, decidimos movernos a Palenque ya que de todos modos regresaríamos a Villahermosa para tomar desde ahí el autobús a la Ciudad de México.
A la mañana siguiente salimos muy temprano rumbo a Palenque, un pueblo con una gran conglomeración de mochileros, debido a que es un excelente punto de referencia para visitar las ruinas, la cascada de Misol-Ha y las cascadas de Agua Azul. Ese día, llegamos a una hora ideal para visitar las ruinas, asi que después de dejar las maletas en el Guarda Plus, -el servicio de paquetería que ofrecen las estaciones de ADO en el sureste- tomamos el colectivo que nos rumbo al sitio arqueológico.
Por desgracia nos bajamos una parada antes y recorrimos el sitio al revés, es decir, visitando primero el museo de sitio y después las ruinas. El museo alberga una gran colección de estelas, cerámicas y dinteles, excelentemente conservados, pero que no compiten con la joya del sitio arqueológico: el imponente sarcófago del rey Pakal, pieza que por si sola, vale la pena el viaje.
La instalación que se construyó para resguardar el sarcófago esta hecha de cristal blindado con grabados alusivos a Pakal, se encuentra dentro de una sala a la que es posible acceder solo cada 30 minutos, asi que es conveniente checar el reloj antes de iniciar el recorrido por el museo.
Después de visitar el museo, admiramos por un buen rato los edificios más importantes de Palenque: El Palacio, el templo del sol, el templo de la cruz y el templo de la inscripciones, esta última, cuenta con una estructura custiodada por un relieve con la representación de un cráneo de conejo de forma humanoide que bien podría haber servido de inspiración al artista H.R. Giger.
El entorno natural que resguarda Palenque es un espectáculo por si solo. A pesar de que solo hay 500 kms de distancia entre las zonas arqueológicas de Chiapas y Yucatán, el contraste de ecosistemas es completamente radical. Mientras en Chichén y Uxmal reina la vegetación achaparrada en donde incluso es común ver iguanas y otros reptiles, en Palenque, una espesa selva y los sonidos naturales de agua corriente, aves y monos dan la bienvenida al visitante.
Debo admitir que no disfrutamos Palenque en su completa magnitud debido a que planeabamos visitar ese mismo día las cascadas de Agua Azul. Después de nuestra visita a las ruinas, regresamos al pueblo Palenque a eso de las 3 de la tarde pero ya no pudimos encontrar transporte que nos llevara al parque sino hasta el otro día. Fue un poco frustrante perder toda esa tarde, ya que habíamos acomodado el itinerario para visitar los dos atractivos de Palenque en un día y conocer Campeche.
Después de pasar 8 horas divagando y paseando por el pequeño pueblo de Palenque, tomamos el autobús nocturno que nos llevaría a Mérida para visitar el templo de las siete muñecas, comer mariscos en el puerto de Progreso y pasar la noche vieja en la ciudad. Lo primero que hicimos al otro día por la mañana fue registrarnos en el Hotel Montejo, y una vez frescos y liberados de la carga de las maletas, nos dirigimos a Dzibilchaltún, en donde recorrimos el museo de sitio, visitamos el edificio de las siete muñecas y disfruté de lo lindo sumergiendome en las claras aguas del cenote, que por cierto, es mucho más bonito de lo que se alcanza a ver en las fotos de los folletos que pueden consultarse en los módulos de información turistica.
Las ultimas horas del 2008 las pasamos en Mérida. Habíamos pasado en esa ciudad las fiestas patrias, por lo que pensamos que sería una buena opción por la noche, pero no contamos con que no habría eventos publicos ese día y la zona de bares en la prolongación Montejo se encuentra sumamente retirada del centro, por lo que pasamos una noche vieja muy tranquila, y un primer día del 2009 en la misma línea, ya que no hicimos gran cosa, salvo nadar un par de horas en las playas de Progreso antes de tomar el autobús de regreso a Palenque, para ahora si, visitar las cascadas.
En el regreso a Palenque nos falló el cálculo y nos vimos buscando hotel a las 3 y media de la mañana. Por suerte el pueblo es bastante tranquilo y hay tantos hoteles y tan variados, que después de un rato encontramos lugar en el Hotel Casa de Pakal a un super precio de $350 la noche. Es gracioso, pero todo tiene que ver con Pakal en Palenque, incluso vimos la preventa de casas en el residencial "Pakal Inn", ja!
Por la mañana nos encontramos con los mismos problemas que dos días antes para llegar a las cascadas, la opción era tomar un tour de $120 por persona, que solo salía las 9, 12 y 16, y que garantizaba el transporte de regreso, pero limitando la visita a las cascadas a 3 horas y eso, condicionando el viaje a que hubiera mínimo 5 personas confirmadas.
Por suerte, después de mucho preguntar, al fin un policia de tránsito nos informó que para visitar las cascadas basta con tomar el colectivo que va a Ocosingo y que sale cada hora a una calle y media de la estación de ADO. Solo hay que avisar que lo dejen en la entrada del parque y luego tomar un taxi que ya espera ahí y que cobra $15 desde el cruce de la carretera hasta dentro del parque. El boleto del colectivo cuesta $35 hace hora y media de recorrido y es posible regresar a Palenque de la misma forma.
Sobra decir que la espera valió la pena y que pasamos un día increíble disfrutando de los paisajes y de las cristalinas aguas de las cascadas, que forman albercas naturales con relativa o nula corriente en donde es posible bucear o nadar al lado de los peces o simplemente sentarse a disfrutar de la fresca agua debido a la gran variedad de profundidades del río.
Cabe destacar que la entrada tiene un precio símbolico de diez pesos, más otros diez que hay que aflojar para la causa del EZLN que en esta región sigue muy presente. El parque ecológico está muy bien organizado y cuenta con áreas de comida, sanitarios, un servicio de regaderas bastante eficiente y una gran cantidad de artesanias a muy buen precio, todo esto administrado por los habitantes locales, que ofrecen sus productos mientras te cotorrean en tzetzal o maya sin que te des cuenta.
Ese mismo día, regresamos a Villahermosa para hacer las pases con esa ciudad. Ya en viernes, la ciudad mostraba una cara diferente a la que conocimos en lunes. A nuestra llegada pudimos disfrutar de la iluminación de temporada del puente atirantado que cruza el río Grijalva, y que es similar, -y hasta más bonito debido a la iluminación- al que tanto presumen los regios como uno de los máximos símbolos de Monterrey.
Por otro lado, en el centro histórico en el autobús turístico llamado "carromato" es posible recorrer parte del malecón y apreciar los monumentos principales, como la catedral de la ciudad, con sus imponentes torres gemelas de 80 metros de altura, las segundas más altas de México, solamente superadas por las de la catedral de Zamora de Hidalgo, en Michoacán (105 m).
Con algunas horas libres antes de tomar el autobús de regreso al DF , visitamos la zona de bares del malecón, ubicada a un costado del río. Ahí, una sucursal del popular restaurante de mariscos "El Rock & Roll" ofrece su especialidad: un popular tarro de cerveza oscura, preparado con salsa inglesa, clamato, limón y sal por la módica cantidad de $45, un buen trato considerando que se trata de un trago de... ¡un litro de cerveza!
Lo maravilloso de los viajes, es que son adictivos, siempre hay oportunidad de perfeccionar los recorridos y visitar nuevos destinos. Como dice mi amigo Aarón: "Todos deberían proponerse conocer al menos una vez al año un lugar en el que nunca hayan estado antes".
De esta forma, en la lista de propósitos para este año hemos anotado ya la zona arqueológica de Tikal, y las ciudades de Las Flores y Antigua en Guatemala, además de ahora si, concretar mi -largamente postergado- propósito de correr la medio maratón del Toronto Water Front en septiembre próximo.
Veremos que dicen el tiempo, y la alcancia.
Al cabo que soñar no cuesta nada.
Labels: Interiorismos, viajes
seré sincero: te envidio.
pocas cosas disfruto tanto en la vida como viajar. tuve la oportunidad de estar en el sureste del país hace unos tres meses y quedé enamorado. deseo volver cuantas veces sea necesario para no perderme ni un detalle de esa zona que no tiene adjetivos capaces para describirla.
enhorabuena, y que el maratón de toronto y futuros viajes sean una feliz realidad.
saludos.
por cierto, mi blog cumple 3 años, como uno de los visitantes distinguidos que siempre has sido sería un honor que te dieras una vuelta.