"¿Cómo no va a importarme que venga gente extraña y me quite mi tiempo, cuando tiempo es lo único que tengo en la vida? Años llenos de días, días llenos de horas y horas llenos de minutos, eso es lo que yo tengo, pero ni un solo minutito, de manera que guárdese sus diminutivitos para cuando se ocupe de su vidita".
"El Materialismo Histérico", Xavier Velasco.
"El Materialismo Histérico", Xavier Velasco.
Desde hace un par de meses me he estado presionando mucho con el tiempo. A veces creo que me presiono demásiado para cumplir con tareas en períodos que debería dedicar al descanso o a no hacer nada.
No es consuelo que muchas de esas tareas tengan que ver con cosas estrictamente personales como: entrenar para una carrera, escribir un artículo para las revistas en las que colaboro, leer diez páginas del libro que estoy leyendo o escribir un guión de radio para un proyecto con mis amigos.
Se muy bien que a veces soy un completo desastre en aspectos de organización personal, pero a veces. también me voy al otro extremo y cometo excesos como asignar horarios tan absurdos como los trayectos de transporte en microbús a analizar los discos que quiero reseñar.
Por si fuera poco, esta obsesión por administrar mis minutos ha cobrado factura en mi austera salud treintañera. Hoy visité al doctor familiar por un problema en la piel que adquirí por asolearme demásiado y manipular limón (que como usted sabe, amable lector, mancha la piel por ser un fijador de pigmento) el caso es que, palabras más, palabras menos, me ha dicho que estoy poco menos que jodido.
Cuando una doctora se pone a regañarte como maestra de primaria, definitivamente algo anda mal. Según ella, estoy: pasado de peso por más de 10 kilos, mi presión arterial supera la cifra de 120 y mis estudios de sangre indican que mi índice de glucosa está arriba de los 90 puntos. Vamos, hasta en cuestiones médicas los números me dan la espalda.
Afortunadamente, escribir en una revista musical implica acatar cierta disciplina de fechas de entrega que me obligan a trabajar de forma constante y hasta el final, por lo que, una vez superada la fecha de corte, puedo disfrutar de algunos días de aparente calma.
Me parece que debería dedicar más tiempo a dormir bien, por lo menos las 8 horas de ley. Hay semanas en que dedico parte de mi horario de comida y las noches después del trabajo a escribir mis colaboraciones editoriales con las consecuencias de somnolencia que eso implica.
También debería comer mejor, pues a pesar de que hago ejercicio constante, mi complexión física no es la mejor. Tal vez alimentándome mejor, las quemaduras y lesiones en la piel que a veces me salen por las méndigas asoleadas a las que me expongo sanarían más pronto.
Lo que si es un hecho es que necesito algunos días libres. Extraño las vacaciones de hace un año, esas tardes en que Lau y yo nos recostábamos en un camastro en Playa del Carmen sin horario y sin presiones... lo malo es que aquella vez que me quité el reloj, y me despojé de las presiones terminaron por robarnos la maleta entera en un descuido.
Pinche gente, no se puede descuidar uno un solo minuto... ¡porque se lo roban!
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