En Abril le bajé un buen a los entrenamientos. No hubo ninguna carrera que me interesara correr, asi que dejé de entrenar con la regularidad con que venía haiendolo para darle un descanso a mis rodillas. A veces es bueno parar un rato para darle oportunidad al cuerpo a recuperarse, sobre todo si se tiene en puerta un reto como el Maratón de la ciudad de México.

Fue hasta el domingo pasado que volví a las andadas (o mas bien a las corridas) con la carrera Reebok. 10 kilometros de sufrimiento y dolor en las pantorrilas patrocinados por el escarpado circuito de Ciudad Universitaria.



En Noviembre pasado le agarré temor a esa ruta, me aventé 59 minutos en un carrera nocturna en la que marqué mi peor tiempo en 10K, lo cuál pusó en evidencia lo chavo que estoy en circuitos de altura.

La ocasión para sacarme la espina fue esta carrera, en la que a pleno rayo de sol -que no por ser mañanero cala menos- intenté superar mi tiempo.

La estrategia fue sencilla, en lugar de llevarmela leve y descansar en las bajadas, solté el cuerpo lo suficiente para recuperar el aliento y acelerar aprovechando el impulso de la bajadita para recuperar el tiempo que iba perdiendo en las subidas.

A final de cuentas terminé con un muy decente 52:09. Le bajé 7 minutos a mi anterior tiempo, casi en el rango de los 50 minutos que corro en 10k planos. Cuando salí de la zona de recuperación aproveché que la fila de los masajes estaba corta pra consentir a mis piernitas con un masaje que las dejó como nuevas.

Ahora, la nueva presa se llama "Medio maratón del Bosque de Tlalpan" una muy buena medalla que quiero añadir a mis repisas en miras al reto grande de este año.