Recabar información práctica para la banda motera y aprovechar un día particularmente soleado fueron motivos suficientes para lanzarme de nueva cuenta a Arcos del Sitio.
La mera verdad, el calorcito estaba tan ríco que me dieron ganas de salir a rodar y darme un chapuzón en la alberca. De modo que acomodé una toalla, mis goggles y un short en la bolsita de cartero que adapté a la moto y después de cargar 100 pesitos de gasolina de la "roja", me lanzé al vecino municipio de Tepotzotlán, Estado de México.
Honestamente, el camino que lleva a los Arcos es una basura, esta lleno de hoyos y la molesta gravilla que nos causa tantos problemas a los motociclistas. Pero el destino y los paisajes valen la pena, hay vegetación y flores por doquier y muchas curvas como las que le gustan al buen Almighty, solo que más peligrosas por los múltiples cráteres de la carpeta asfáltica.
Supongo que a causa del buen clima y de que salí a buena hora ( mas o menos a la 1:30 de la tarde ) pude ver moteros de todo tipo: desde scooters con sus 100cc sufriendo en las subidas, pasando por tres poderosas motos de Enduro que me dejaron atrás en una recta y una caravana de tres motos crucero con destino a los Arcos con quienes rodé hasta el acceso al parque.
En la entrada recabé los primeros datos útiles para la próxima reunión motera: el costo para acampar toda la noche es de $40 por persona con derecho a hacer uso del suelo, de los sanitarios y demás instalaciones además de la seguridad de los campistas toda la noche por parte de los vigilantes del lugar. Por desgracia, una de las reglas aclara que esta prohibido hacer fogatas... buuu!
Después de dar una breve nadada, pues pese al calor, el agua estaba un poco fría, me dediqué a recorrer el lado del parque que no vi en mi primer visita. Ubiqué el enorme estacionamiento y la zona de palapas en donde se puede preparar comida, además descubrí que hay una zona de comida con locales que ofrecen todo tipo de antojitos mexicanos, truchas "estilo cahuacan", artesanías y las características chelas que no pueden faltar.
Con el único fin de dar fé de la calidad de la comida, me empujé una quesadilla de huitlacoche y una de queso en tortilla azul de muy buen ver por módicas 10 lucas each one.
Ya con la panza llena y el corazón contento continué el recorrido que exige caminar a través del canal en el punto más alto de Los Arcos, desde ahí la vista es impresionante y da fé de la enorme labor de ingeniería de quienes construyeron el Acueducto.
Una vez que se ha cruzado por el interior de la construcción, se debe seguir por un estrecho camino al lado del precipicio donde se puede disfrutar de una vista magistral, pero con un alto riesgo de accidentes pese a los constantes señalamientos que advierten del peligro de la barranca.
Deben cruzarse también varios puentes colgantes en excelente estado y que son usados como punto de lanzamiento para las múltiples líneas de tirolesa que desgraciadamente tienen un costo extra, pero que deben valer la pena pues las distancias del salto van desde los 100 hasta los 300 metros a través de las colinas que separan ambos lados del riachuelo que pasa por debajo de Los Arcos.
En total el recorrido del paseo tendrá unos 600 metros de distancia hasta descender al riachuelo que se debe cruzar obligadamente por una mini tirolesa. Si hay que reprocharle algo a la planeación del parque definitivamente sería este punto, pues cuand llegué había alrededor de 20 personas esperando cruzar del otro lado con solo dos opciones: hacer fila y esperar el tardado proceso del salto o cruzar de una buena vez por las rocas resbalosas del riachuelo como yo y varias personas lo hicimos.
Por desgracia, vi a una pareja de señores mayores que se vieron obligados a recorrer de nuevo el largo trayecto ante la imposibilidad de acceder a alguna de estas dos opciones.
Una vez del otro lado regresé por mi moto, que se había quedado estacionada al lado de la alberca. Arreglé mis cosas y salí del parque no sin antes tomarle un par de fotos en los campos tapizados por flores moradas y a algunas pozas que usan los lugareños para almacenar agua de lluvia y darsela de beber a sus animales. El camino de regreso se caracterizó por una pista mojada que me provocó un par de sustos: primero un tope, que al no estar debidamente señalizado descubrí demásiado tarde para frenar y debí pasar saltando. El segundo momento de tensión fue cuando la gravilla suelta hizo que mi moto se fuera de lado al frenar con la llanta trasera. Debido a las numerosas piedritas del camino hubo un momento, rodando como a 70 km/h que escuché claramente un tronido proveniente de mi llanta delantera al esquivar un bache. Recuerdo haber sentido un poco de miedo y rogarle a mi Black Beauty que no se me rajara, de modo que no bajé la velocidad esperando llegar lo más lejos posible, o por lo menos a algún poblado cercano si es que de verdad mi llanta estaba ponchada. Por fortuna no pasó nada (debió haber sido una piedra que salió disparada la que provocó ese ruido) y llegamos a Tepotzotlán sin mayor contratiempo.
Pues bien, esta historia termina aqui, pero el relato continuará cuando Motoso, Alx, Almighty, BonnieRacer, (si es posible) Aaron en su temeraria Suzuki DR y demás acompañantes enciendan sus motores y visiten este bonito rincón del Estado de México.
Una vez más la Enticer Black Beauty se comportó como una reina, y demostró porque es tan popular en paises como Chile o la India, en donde es una destacada estrella de Bollywood. Si no me creen chequen esto:
¡Nos vemos en el camino!
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este sr. se aplico a hacer la tarea, muy interesante y completo este relato, al menos a mi por eso me gusta repetir varias veces los mismos recorridos cada vez aprendes algo nuevo o descubres cosas que no habias visto.
andamos al pendiente y sigue disfrutando de la bella prietita.