Wrapped in horsepower, driving into fury
Changing gear I pull you tighter to me."
"Turbo Lover"
Judas Priest
Me gusta salir a rodar escuchando canciones que hablen de motocicletas. Por eso, tengo mi ipod repleto de temas de Judas Priest, la mítica banda de Birmingham que ha logrado conjuntar como pocos el placer de viajar en dos ruedas y disfrutar del heavy metal.
Me parece sensacional como el factor musical puede convertir una rodada cotidiana en toda una experiencia placentera. Escuchar el rugido de la Black Beauty al pasar de tercera a cuarta mientras un buen riff de guitarra acompaña su motor siempre me ha parecido alucinante. Hay tantas canciones de Priest que le vienen bien a la experiencia motera que es difícil recomendar alguna, pero evidentemente "Turbo Lover", "Freewheel burning" y "You got another coming" llevan la delantera por sus aluciones al motociclismo.
Mientras la voz de Rob Halford retumbaba en mis oidos, las ruedas de la Enticer se deslizaban por los solitarios caminos del Estado de México rumbo al poblado de Villa del Carbón vía Tepotzotlán - San Francisco Magú y San José del Vidrio (no se rían, asi se llaman, ¿a poco no parecen nombres de pueblos de caricatura?).
Decidí iniciar las rodada después de las dos de la tarde para evitar los inclementes rayos del sol. Planeaba llegar al centro de Villa del Carbón antes de las cinco para visitar el pequeño museo de la cultura otomí que supuestamente se alberga en ese poblado, pero la curiosidad por un atractivo llamado Presa de la Concepción me hizo hacer una pausa en mi recorrido.
Aunque en la Presa no hay grandes atractivos, es posible pescar algunas especies endémicas de peces como charales y truchas. Pero cuidado, no es raro que los anzuelos de sus cañas regresen a la superficie con alguna serpiente de agua. La presa de La Concepción comenzó a construirse en 1943 para alamacenar agua de temporal destinada a la agricultura. Su capacidad máxima es de 12,500,000 m3 de agua y en su ramal confluyen los ríos Hondo de Tepotzotlán y el canal de la Margen Izquierda.
Desgraciadamente, y como suele ocurrir en todo México, la implacable mancha urbana avanza y rodea las concentraciones de agua que fueron erigidas para riego y que en un entorno urbano representan un inminente riesgo para los jovenes que motivados por el candor del momento y la imprudencia de su edad, suelen reunirse en el punto para beber y realizar fogatas que en más de una ocasión terminan en tragedia.
A las orillas de la presa pude ver varias cruces que recuerdan a las personas (casi todas adolescentes) que han muerto ahogadas. Si bien las cruces resultan perturbadoras para el paseante, su presencia es un recordatorio de los terribles riesgos que se corren al desafiar las corrientes del fondo de las aguas.
Continué mi viaje hasta llegar al pueblo de Magú, que por estas fechas celebra su fiesta anual. Como en muchos pueblos del país, la feria del santo patrono local amerita la instalación de una feria con juegos mécanicos, puestos de antojitos mexicanos, pan de pueblo y un magno baile que en esta ocasión correrá por cuenta de la internacional Sonora Santanera jeje.
Después de cruzar el pueblo por el libramiento, me enfilé hacia San José del Vidrio, otro poblado sin mayor atractivo que los paisajes boscosos de la sierra del Estado de México. Aunque al llegar a este punto llevaba un ritmo de 70 km/h en promedio, al llegar al entronque de Nicolas Romero me di cuenta que disponía de menos de 3 horas de luz natural para llegar a Villa del Carbón y emprender el regreso, por lo que decidí dejar la visita a este municipio para después y regresé a Izcalli por la carretera que lleva al Lago de Guadalupe y a Villa Nicolas Romero.
En el camino de regreso pasé por el poblado de Tepojaco. La verdad fue muy triste ver el grado de depredación urbana en esta zona, pues mientras en Magú y Tepotzotlán se respira un agradable aire pueblerino, en este municipio, en el que el entorno natural debería ser el mismo, lo árboles han sido depredados y la mancha urbana ha convirtido el lugar en un insalubre y polvoso conjunto de casas mal hechas con vialidades llenas de microbuses y en donde es común ver perros callejeros rumiando en los abundantes tiraderos de basura que flanquean el camino.
Aunque el regreso a casa por esta vialidad fue un poco más veloz, definitivamente en mi próxima rodada rumbo a Villa del Carbón recorreré el camino por la ruta de Tepotzotlán, ya que aunque la carretera es más larga y de solo dos carriles, el camino ofrece el tipo de paisajes que buscamos los viajeros cuando salimos a rodar.
Muchas gracias por llegar a este punto del relato, especialmente a la prolífica comunidad de blogueros de la naciente motorutamexico y a los lectores anónimos que visitan este humilde blog, como mi misterioso lector de San Antonio, Texas... (¡Venga un comment, déjanos conocerte!)
Hasta la próxima rodada, ¡Nos vemos en el camino!
Tepojaco, por ahi fui algun dia desde Cuautitlán de Romero Rubio a recoger la nómina que me entregaría la secretaria de una empresa donde trabajé, me pareció una población que en algún momento fue solo un poblado pero que actualmente es una mancha urbana creciendo como el cáncer sobre el terreno, contaminado todo con polvo y con más y mas ejemplares de esta decadente especie humana.
Debo confesar que no me gusta el heavy metal (como bien se puede ver en mis recientes videos del youtube jaja), que es el estilo que mas predomina en el ambiente biker pero ya leyendo algunas lineas de una rola voy a tratar de conseguir esas de Judas Priest a ver que tal...
La rodada se ve que estuvo muy bien, el relato con bastantes explicaciones de cada lugar y por cierto en las presas o cualquier sitio con agua que invite al relax siempre es imán para la gente que acostumbra tomar sin medir las consecuencias de sus actos, así sean cascadas, rios o lagunas. Lástima que el sol no te alcanzó para hacer la ruta planeada, es por eso que yo siempre trato de salir por la mañana.
Saludos y nos vemos en el camino!